viernes, 17 de febrero de 2012


A mi, particularmente, no me extraña, es mucho más humano ser hombre que ser cualquier otra cosa que no sea genuina (y que por lo tanto, se incluya y subsuma en las palabras verdaderamente importantes, como ‘hombre’ o ‘niño’). Yo también elegiría ser hombre para sentirme reflejada en el lenguaje. Eso que dicen que todo lo contiene.
¿Será por lo que aún nos queda por luchar para que se empiece a reconocer en las lenguas de nuestro país que EXISTIMOS? Las mujeres tenemos un nombre diferente, porque somos diferentes. Pero no se pronuncia.



Bueno, somos mitad mujeres y mitad hombres, más o menos, y tenemos una disfunción gorda con nuestras lenguas. Sólo con el inicio de la toma de conciencia de este problema, puede hacerse tan chocante oír cómo sistemáticamente se nos ignora en el lenguaje.., que puede llegar a convertirse en algo muy molesto. Y muy constante.

Volvamos a pensar: la lengua la hacemos las personas, día a día. ¡Podemos cambiarla! Ninguno de los señores académicos de Académica Academia (y las cinco señoras académicas) puede impedírnoslo. De hecho, dan su cuidadosa e implícita venia para que términos como ‘correo’, ‘patrocinio’, o ‘recibidor’ desaparezcan; de hecho, dan su explícita aprobación para que los subplantemos ortodoxamente por ‘e-mail’, ‘sponsor’, ‘hall’.... Seguro que nos dejan...Al fin y al cabo, limpian, fijan y dan esplendor.

Todos los actos posibles están nombrados. Lo que vamos diciendo, va quedando, depositándose en la ingente construcción que hacemos del mundo cada momento de cada día......con nuestros actos, con nuestras palabras.

Las mujeres somos personas, pero NO somos hombres. Quien decidió nombrar al ser humano como ‘el hombre’, os aseguro, no había pensado en todo esto. O le daba igual. Indudablemente era un hombre que hablaba con aquel otro que acuñó el término ‘androcéntrico’ sin pensar que esa (su) centración no englobaría lo ginocéntrico....



UNA LENGUA QUE NO SABE NOMBRAR LO
QUE EXISTE ES, COMO POCO, INJUSTA

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